Si hay que tomar decisiones difíciles pensemos primero en las personas, y luego en el negocioSi hay que tomar decisiones difíciles pensemos primero en las personas, y luego en el negocio

Si hay que tomar decisiones difíciles pensemos primero en las personas, y luego en el negocioSi hay que tomar decisiones difíciles pensemos primero en las personas, y luego en el negocio

 

Además del evidente e irreparable coste en vidas humanas, y el impacto sanitario y social, la afectación económica nacional e internacional que nos provoca esta crisis global hará que prácticamente todas las empresas se resientan en alguna medida.

Muchas están viendo interrumpida su actividad, algunas no podrán superarlo y lamentablemente desaparecerán (confiemos en que sean las menos). Otras muchas deberán adaptar su capacidad y recursos para hacer frente a la crisis, y empiezan a adoptar medidas de ajuste laboral que van desde las más temporales (ERTE) hasta las de carácter definitivo (despido colectivo).

Recomendaciones de comunicación en caso de ERTE

En el caso de que finalmente la compañía tenga que adoptar algún tipo de medida laboral, debería ejecutarse tomando en consideración algunas premisas relevantes:

  • Aunque sea una medida plenamente justificada por la necesidad económica y por causa de fuerza mayor, tanto en el momento de la decisión, pero especialmente en el momento de comunicarlo, debemos regirnos siempre por esta premisa: “Primero las personas, luego el negocio”.
  • Asumiendo que se tratará de una decisión del más alto nivel ejecutivo, la gestión operativa del proceso debe contar con expertos de al menos tres ámbitos de forma permanente: legal, recursos humanos y comunicación, para que actúen de forma coordinada y consensuada.
  • Es necesario humanizar la comunicación; esmerarse en dar las explicaciones pertinentes, ser empáticos y ponerse en el lugar de los trabajadores (tanto los afectados como los no afectados) y no refugiarnos en la seguridad de que “ya lo veían venir, lo han hecho también en otras empresas, nos les puede pillar por sorpresa o estoy seguro de que lo entenderán”.
  • Explicar de forma transparente el escenario que afronta la compañía, compartiendo con los empleados las razones que llevan a tomar esta decisión de forma inevitable. Siempre es recomendable tomar la iniciativa en la comunicación.
  • De la misma manera, es necesario trasladar, por responsabilidad y transparencia, los sacrificios previos y todas las medidas alternativas que se han tomado o se van a tomar para garantizar la continuidad del negocio (recorte de otros gastos, congelación de los salarios de la directiva, paralización de inversiones…). Los empleados deben percibir la rescisión laboral como parte de un conjunto de actuaciones extraordinarias, no como la única o la primera medida adoptada.
  • En una situación de fuerza mayor como la que enfrentamos, puede ser razonable y entendible, desde un punto de vista reputacional, tomar medidas de alcance social para proteger la supervivencia de la compañía, pero no así para la protección del beneficio.
  • En este sentido se hace necesario valorar con especial atención algunos riesgos antes de tomar una decisión: si adoptamos una medida con ese coste laboral, podría suponer una contradicción difícil de explicar reputacionalmente si resulta que algunos meses después vamos a anunciar buenas noticias económicas (beneficios de compañía, reparto de dividendos, inversiones o bonus de directivos, por ejemplo) si antes no se ha restaurado la relación con los empleados.
  • El hecho de que el entorno general predisponga a aceptar como irremediable un ERTE o un despido colectivo, no implica necesariamente la ausencia de conflicto. Aunque el estado de alarma impide hoy por hoy la movilización física, puede producirse una reacción contraria a las medidas de la empresa (activismo en redes sociales, denuncias en medios de comunicación) que perjudiquen la reputación de la compañía. Por tanto, al asumir la adopción de una medida drástica con impacto social, debemos también anticipar los posibles escenarios para la gestión del proceso de comunicación y estar preparados para cada uno de ellos.
  • No asumamos y pensemos que la comunicación solo tiene cabida cuando existe el riesgo de terminar apareciendo en los medios de comunicación, muy al contrario, la comunicación se hace imprescindible para abordar una decisión difícil pensando en cada uno de los stakeholders de la compañía. Y también en los medios de comunicación, claro.

A pesar del común denominador de las medidas sea la crisis COVID 19, cada situación es única y algunas claves de comunicación son diferentes si las medidas son temporales o definitivas.

Elaborado por Luis González, Director Senior de Issues y Riesgos Corporativos.

Además del evidente e irreparable coste en vidas humanas, y el impacto sanitario y social, la afectación económica nacional e internacional que nos provoca esta crisis global hará que prácticamente todas las empresas se resientan en alguna medida.

Muchas están viendo interrumpida su actividad, algunas no podrán superarlo y lamentablemente desaparecerán (confiemos en que sean las menos). Otras muchas deberán adaptar su capacidad y recursos para hacer frente a la crisis, y empiezan a adoptar medidas de ajuste laboral que van desde las más temporales (ERTE) hasta las de carácter definitivo (despido colectivo).

Recomendaciones de comunicación en caso de ERTE

En el caso de que finalmente la compañía tenga que adoptar algún tipo de medida laboral, debería ejecutarse tomando en consideración algunas premisas relevantes:

  • Aunque sea una medida plenamente justificada por la necesidad económica y por causa de fuerza mayor, tanto en el momento de la decisión, pero especialmente en el momento de comunicarlo, debemos regirnos siempre por esta premisa: “Primero las personas, luego el negocio”.
  • Asumiendo que se tratará de una decisión del más alto nivel ejecutivo, la gestión operativa del proceso debe contar con expertos de al menos tres ámbitos de forma permanente: legal, recursos humanos y comunicación, para que actúen de forma coordinada y consensuada.
  • Es necesario humanizar la comunicación; esmerarse en dar las explicaciones pertinentes, ser empáticos y ponerse en el lugar de los trabajadores (tanto los afectados como los no afectados) y no refugiarnos en la seguridad de que “ya lo veían venir, lo han hecho también en otras empresas, nos les puede pillar por sorpresa o estoy seguro de que lo entenderán”.
  • Explicar de forma transparente el escenario que afronta la compañía, compartiendo con los empleados las razones que llevan a tomar esta decisión de forma inevitable. Siempre es recomendable tomar la iniciativa en la comunicación.
  • De la misma manera, es necesario trasladar, por responsabilidad y transparencia, los sacrificios previos y todas las medidas alternativas que se han tomado o se van a tomar para garantizar la continuidad del negocio (recorte de otros gastos, congelación de los salarios de la directiva, paralización de inversiones…). Los empleados deben percibir la rescisión laboral como parte de un conjunto de actuaciones extraordinarias, no como la única o la primera medida adoptada.
  • En una situación de fuerza mayor como la que enfrentamos, puede ser razonable y entendible, desde un punto de vista reputacional, tomar medidas de alcance social para proteger la supervivencia de la compañía, pero no así para la protección del beneficio.
  • En este sentido se hace necesario valorar con especial atención algunos riesgos antes de tomar una decisión: si adoptamos una medida con ese coste laboral, podría suponer una contradicción difícil de explicar reputacionalmente si resulta que algunos meses después vamos a anunciar buenas noticias económicas (beneficios de compañía, reparto de dividendos, inversiones o bonus de directivos, por ejemplo) si antes no se ha restaurado la relación con los empleados.
  • El hecho de que el entorno general predisponga a aceptar como irremediable un ERTE o un despido colectivo, no implica necesariamente la ausencia de conflicto. Aunque el estado de alarma impide hoy por hoy la movilización física, puede producirse una reacción contraria a las medidas de la empresa (activismo en redes sociales, denuncias en medios de comunicación) que perjudiquen la reputación de la compañía. Por tanto, al asumir la adopción de una medida drástica con impacto social, debemos también anticipar los posibles escenarios para la gestión del proceso de comunicación y estar preparados para cada uno de ellos.
  • No asumamos y pensemos que la comunicación solo tiene cabida cuando existe el riesgo de terminar apareciendo en los medios de comunicación, muy al contrario, la comunicación se hace imprescindible para abordar una decisión difícil pensando en cada uno de los stakeholders de la compañía. Y también en los medios de comunicación, claro.

A pesar del común denominador de las medidas sea la crisis COVID 19, cada situación es única y algunas claves de comunicación son diferentes si las medidas son temporales o definitivas.

 

Elaborado por Luis González, Director Senior de Issues y Riesgos Corporativos.