El peligro reputacional de ser considerado una macrogranjaEl peligro reputacional de ser considerado una macrogranja

El peligro reputacional de ser considerado una macrogranjaEl peligro reputacional de ser considerado una macrogranja

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Todavía no existe una entrada en la Real Academia Española para el término “macrogranja” y, sin embargo, sus significados en el imaginario colectivo se han hecho tan fuertes y claros que ningún actor privado o público está dispuesto a ponerse en el lado de sus implicaciones. Las macrogranjas no cuentan con orgullosos defensores ni con negocios que quieran presentarse como tal. Aún así, pocas personas o grupos tienen claro cómo evitar ser etiquetados con esta categoría que puede poner en jaque su actividad y la credibilidad en su producto.

Para algunas personas, las macrogranjas son cualquier ganadería no extensiva que mantenga a los animales en instalaciones cerradas o comiendo piensos que no sean pasto. Para otras, son las explotaciones de mayor volumen consideradas especialmente hostiles en el tratamiento animal.

La Directora Senior del área de Crisis y Riesgos de LLYC, Eva Pedrol, aclara que para entender la diferencia entre una “granja” y una “macrogranja», hay que aclarar que “el concepto de “macrogranja” no define una tipología de práctica ganadera, sino que es un vocablo creado fuera de la industria, especialmente por parte de ONGs o asociaciones animalistas, con claras connotaciones negativas y con el objetivo de criminalizar y ser utilizada como ejemplo de mala práctica en el sector, confundiéndose a menudo con ganadería extensiva en detrimento de la intensiva”.

Mientras tanto, numerosas ganaderas y ganaderos que se consideran en un punto medio entre el extensivo y el intensivo, tratan de explicar sus prácticas de trato y respeto animales; desmarcándose de esa tierra de nadie en la que son constantemente vulnerables a la etiqueta que puede convertir su nombre en objeto de crítica masiva. En este sentido, Eva Pedrol considera que “si se quiere señalar a las empresas que no están cumpliendo con la normativa de bienestar animal y que realizan malas prácticas, sería más adecuado no centrarse tanto en el tamaño de la granja, sino en las condiciones de trato a los animales. Podemos encontrarnos con una granja de 4.000 o 6.000 animales en óptimas condiciones y con los más altos estándares de bienestar animal (calefacción, aire acondicionado, control de temperatura, del agua, de la cantidad y de la calidad de pienso que ingieren, con zonas de descanso y de ocio diferenciadas…) y otras de 800 animales en los que no se cumplan las normas básicas de cuidado animal, ni de bioseguridad”.

Con todo, para Eva Pedrol, el principal riesgo reputacional de que una actividad con años de rodaje sea etiquetada como “macrogranja” en una noticia o lista mediática, es que la opinión pública, que no conoce a fondo la industria agroalimentaria, tiende a quedarse con una idea muy simple y poco contrastada de cómo trabaja la ganadería”. Destaca, en contraposición, que “para otros stakeholders con mayor conocimiento o cercanía al sector, como clientes, asociaciones o, incluso, autoridades, este hecho no tiene el mismo nivel de daño reputacional, es más, podría no suponer riesgo alguno, puesto que aparecer en estas “listas” afecta más a la imagen que al negocio”.

Para protegerse de este riesgo y no enfrentarse a la posibilidad de tener que apagar una crisis reputacional ya comenzada, es recomendable analizar las claves de la actividad ganadera del grupo o particular propios. Una vez conocida en profundidad, el plan reputacional deberá basarse en la transparencia:

● Dar a conocer la forma de operar con los animales, las razones de unas u otras prácticas, las medidas medioambientales, de seguridad y de respeto animal.

● Apostar por el desarrollo de formatos y contenidos más innovadores que conecten con todas las audiencias, en especial con los consumidores, para lograr contrarrestar de manera efectiva narrativas que pueden afectar seriamente la reputación y el negocio de una compañía.

Todo esto permitirá desarrollar una divulgación necesaria para evitar la confusión y el desconocimiento como base de una etiqueta no justificada que puede poner en jaque la actividad de una ganadería.

(Artículo realizado en colaboración con Ana del Pino, Joven Talento del área de Issues Legales)

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Autores

Paula García